martes, octubre 16, 2012

Te debo una canción




Te debo una canción
que hable de mujeres con piel de quinoto,
del frío manantial
que lava las arrugas de tu rostro.

De hombres que maldicen
y salvan del incendio tu retrato,
con voz de caracola,
gritan tu nombre en los acantilados.

Te debo una canción
para desalambrar cada mañana,
para quitar la sal
del llanto del color de tu pijama.

Para cuando camines
al borde de la vida cada lunes,
te desate las alas
si el metro no se detiene en tu nube.

Te debo una canción
pero esta madrugada sin ventanas,
la usura del raptor de mi futuro,
el muro gris que cerca tu jardín,
en fin, no me dejan soñar.

Te debo una canción
pero la dulce absenta del olvido,
ladridos de noche y televisados,
el muro helado que cerca tu jardín,
en fin, quizá los telediarios,
no me dejan pensar, ya ves, en melodías.
Pero yo estoy en ello, te juro que no se me olvida.

Te debo una canción
que limpie el rostro sucio de las hadas
que encuentras en la calle
en lámparas de oro encarceladas.

Que hable de los libros
que abandonaste en los bancos del parque,
que cuentan el secreto
que mantuvo despierta a Sherezade.

Te debo una canción
que aplaque la iracunda madrugada
si rapto a tu marido
y en cualquier bar las musas nos atrapan.

Pues, si llegamos tarde,
la noche nos abriga como madre
que cuida a sus retoños
y teme que sus niños se hagan grandes.

Te debo una canción
pero esta madrugada sin ventanas,
la usura del raptor de mi futuro,
el muro gris que cerca tu jardín,
en fin, no me dejan soñar.

Te debo una canción
pero la dulce absenta del olvido,
ladridos de noche y televisados,
el muro helado que cerca tu jardín,
en fin, quizá los telediarios,
no me dejan pensar, ya ves, en melodías.
Pero yo estoy en ello, te juro que no se me olvida.

Ismael Serrano

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